Su nombre es Selene
La luna, responsable de mareas y comportamientos animales, es capaz incluso de influir en la mente humana, agudizando con sus fases ciertas enfermedades mentales. No por nada a los locos se los llamaba antiguamente lunáticos.
Cuando pienso en la luna llena, veo hombres que una vez fueron lobos. Veo aullidos en la noche, veo luz. Una luz blanca reconfortante y amigable, que te deja mirarla fijamente, porque nuestros ojos son demasiado débiles para mirar al sol, pero apreciamos perfectamente la pálida luz de la hermana luna.
El hombre ha fantaseado desde siempre con llegar a la luna, y no pocos tienen fantasías lunares. Yo, sin embargo, me conformo con mirarla desde abajo y sentir su influjo, mientras recuerdo que bajo la luna llena te vi. Y comprendo que volaría a la luna y regresaría si tú vinieras conmigo.
A veces te miro como si no existiera nada más. Tú eres mi musa luna azul, y la gente pasa a mi lado mirando al cielo, intentando comprender extrañados qué es eso que contemplo con brillo en los ojos y una sonrisa en los labios. Me siento entonces como el niño de la luna, poque la mayoría de la gente cuando mira al cielo y ve la luna, solo ve un astro. Algo que lleva ahí toda la vida y que carece de importancia. Quizás en las sombras se oculte la verdad. Quizás en el séptimo año del séptimo milenio todos tengan la capacidad de soñar, y puedan sonreir al contemplarte, dulce luna.
2 comentarios
Que bonito, me gusta 🙂
ains que tendrá la luna que tanto nos gusta ...