Muñeca rota
La primera vez ni siquiera lo recuerda.
Se lo contó su padre como una anécdota sin que se enterara su madre, porque a ella siempre le había inquietado esa faceta de su niña. Le dijo que apenas se sostenía en pie cuando agarró su muñeca favorita por la melena y con el destornillador, que andaba cerca después de que su padre hubiera montado unas estanterías, fue agujereando el cráneo de la nancy hasta que le separó el rubio pelo artificial de su cara de plástico. Luego se lo llevó a su padre, y le tendió también la muñeca a modo de trofeo, como un gato que caza un ratoncillo y se lo ofrece a su dueño en sacrificio.
Cuando empezó a ir al colegio, la preocupación materna creció al mismo tiempo que la fascinación de su progenitor. Y las quejas de las madres de los demás niños resultaron tan insoportables que tuvieron que cambiarla de centro. A pesar de todos los esfuerzos, a la niña ya la conocían como la india.
Su tez pálida, el pelo rojizo y la dulzura de sus facciones, contrastaban con la brutalidad que empleaba para arrancar las cabelleras de cuantas muñecas se ponían a su alcance.
Fue una adolescente introvertida y ensimismada, que prefería mirar el mundo desde fuera, analizándolo todo, antes que interaccionar con sus compañeros. Solo tenia una amiga, una chica albina con la que los demás se ensañaban, y que a ella le pareció la persona más original y auténtica que había conocido jamás. Por eso cuando le mostró su habilidad y no salió corriendo de inmediato, las dos supieron que ya nada las separaría.
El instituto pasó sin pena ni gloria y antes de que se diera cuenta, sus habilidades la obsesionaban hasta tal punto que ya no podía conformarse solo con muñecas. Su mejor amiga siempre conseguía calmar sus ansias, y la tranquilizaba asegurándole que cuando fuera adulta, podría dar rienda suelta a todo su potencial. Por fin la tomarían en serio. Cuando eres solo una niña de aspecto dulce prefieren olvidar todo eso que has hecho, quitándole importancia porque solo eres una cría. Los adultos no creen en el instinto infantil.
Ahora, pasados ya los treinta, miraba el cuerpo que tenía frente a ella y la sangre que manchaba sus blancas manos enguantadas, y suspiraba complacida. Esa sensación de abrir un cráneo siempre era mucho más placentera cuando no se trataba de un muñeco. Y tal y como le había asegurado su amiga años atrás, ahora podía satisfacer sus necesidades a menudo y nadie pensaba mal de una cara angelical que siempre sonreía a todo el mundo.
Cuando terminó el trabajo, se encargó de dejar todo tal como estaba, se quitó la bata blanca que ya tenia alguna salpicadura roja, y se dirigió a la puerta para volver a casa después de la jornada laboral.
No en vano era la mejor forense de la ciudad.
6 comentarios
Un final redondo para esa pequeña joya XD Definitivamente tu estilo se asemeja demasiado al mío (o al que me gustaría tener, claro). Sigue así.
Buen relato, pero creo que no pega nada el diseño del blog con el tema del relato. Escribe más a menudo.
Pues tenéis razón los dos. De hecho @AleRom ya se había ofrecido hace tiempo a cambiarlo pero yo no tenía claro lo que quería... Ahora que veo que mis historias suelen tomar caminos inquietantes habrá que hacer un cambio radical. Cuando empecé a escribir este blog no sabía que iban a salir historias así. La próxima vez que vaya por Málaga, me voy a casa de Ale y le ponemos arreglo a esto, y así de paso te hago publicidad como maquetador web 😉
Aprovecho el comentario de Ale para sugerirte que cambies el aspecto del blog. No soy diseñador ni nada, y por supuesto no tengo nada en contra del Principito, pero creo que la calidad de tus historias se merecen un diseño más apropiado. Espero que no te lo tomes mal, si a ti te mola a mí me parece perfecto.
Ale tío, márcate un diseño, no?
Eso, eso, aunque a ver cómo estoy de tiempo. Pero bueno, por lo menos servirá para ponernos de acuerdo en una idea general de lo que quieres y luego ir poco a poco.
Me ha gustado mucho. Breve, directo y engañosamente sencillo hasta la sorpresa final. Un gran giro y un relato muy ameno. Tengo que pasar más por aquí.