Afilando bisturíes

La inocencia es un alto precio que todos terminamos pagando…

Del desamor y la soledad

PlayaPorque sabía que él no aparecería, por eso ella no acudió a la cita. Recordó que siempre había sido muy reservado, casi ermitaño. Lo que no imaginaba es que era justo por interés, que actuaba de esa forma con ella.

Se había convencido de que el amor no existía, a base de ensayo y error, y ahora cualquier muestra de cariño le parecía exagerada y fuera de lugar. Simplemente, decidió que era una pérdida de tiempo acudir a una cita que acabaría en nada, como en los dos últimos años.

Él esperó durante una hora en el banco del parque donde habían quedado. Y después de aquel día se fue de la gran ciudad, porque definitivamente no era su lugar, y ya nada le retenía allí. Lo hubiera visto como una liberación, si no fuera porque los pedazos de cristal ensangrentados que llevaba por corazón, insistían en recordarle que había perdido probablemente, a la única chica con la que se había planteado algo más que un revolcón.

La eterna solitaria de gélido corazón... sonaba divertido hasta que se vio sola en un hospital. Entonces se acordó de aquella cita a la que no acudió y, por primera vez se preguntó qué habría pasado si hubiese ido, si él hubiera estado allí esperándola. Y sintió miedo de haber dejado escapar una oportunidad, que ya nunca sabría si sería la suya.

Como la mayoría de las cosas buenas de la vida, cuando te paras a pensar demasiado, ya puede ser tarde y entonces no sirven de nada las lamentaciones.
Nunca se volverían a ver, y la duda siempre quedaría suspendida en el aire. Y no puedo decir que les fuera bien en la vida, porque normalmente este tipo de historias no tienen finales felices a largo plazo, así que digamos que les fue, y que murieron ya mayores.
Si solos o acompañados lo dejo a vuestra elección.

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