El banco de la paciencia
-¿Encarna? ¿Eres tú? Mi padre vendrá a recogerme, ¿puedes llamarlo?
-Seguro que estará preocupado, no sabe donde estoy.
-Hoy tengo lentejas para comer. Pero me las como con tenedor, y así no tomo el caldo, como me enseñasteis.
-¿Que traigo mucho peso? Pues ya no se qué hacer, no bebo nada. Pues tampoco voy a comer, y así me muero.
-¿Me queda mucho? Ten cuidado que eso duele... ay, no, ¿por qué me haces eso?
-Me hace daño... no me regañes, ¡pero si no me muevo!
-Si me haces daño te doy una patada... pero yo no soy agresiva, no... no te estoy pegando.
-Ah, ahí estás... ¿hijo? eres tú, sí, claro. ¿Ya nos podemos ir?
-¿Como que aun me queda un rato? estas chicas me dicen todo el tiempo lo mismo, llevo aquí desde las... las 8h, o antes, no se... ¿Qué hora es? ¿Cuánto has dicho que me queda?
-Bueno, pero solo un rato más. Luego me quitas esto y nos vamos.
-No, no me sujetes, ya me estoy quieta... pero quédate conmigo. No te vayas no, que luego no vienes a recogerme.
-Sí, ya se que siempre vienes pero mejor quédate aquí un rato más.
-¿Qué hora es? ¿Y cuánto me queda?
-Esto es interminable, aquí sentada en el banco de la paciencia. No quieras verte tú aquí sentado.
-¿Ya nos vamos? ay que buenas noticias me das, que chicas más majas.
-Aquí tengo la careta guardada, porque es un regalo que me habéis hecho y la conservo con cariño, ¿ves? aquí la tengo, ya me la pongo.
-Uy, señorita, señorita, que se me escapa el caldo.
-No, no, yo no me sujeto que me mancho. No se me habrá manchado el vestido, ¿no?
-Bueno, vale, hasta el próximo día. Gracias por todo... a todas.
Esto bien podría ser una conversación de un día cualquiera en mi trabajo, solo la parte del paciente. En este caso la paciente seguramente con alzheimer o demencia, de unos 82 años y que se desorienta a ratos y pregunta la hora y el tiempo que le queda cada 10 minutos (o menos).
Aclaraciones: la careta es la mascarilla (algunos nunca aprenderán que se llama así). Y el caldo es la sangre, cuando no se sujetan bien o sangran después de haberles curado, la mayoría vienen con el brazo extendido y esperando a que tú vayas a sujetarle, mientras se manchan toda la ropa.
Dedicado a mis compañeras (y compañero), a mis pacientes y sus familiares. Y a la santa paciencia que todos debemos tener (sobre todo enfermería), en este pequeño mundo que es la diálisis.