Alma salvaje
Aventurera y salvaje. Así le gustaba pensarse, y así quería que la recordaran.
Adoraba los árboles, y su pasión era la naturaleza, la montaña y el cielo abierto. Se perdía en sus pensamientos y recorría senderos imaginarios con su pañuelo rojo atado a la frente, y su brújula dorada. Tenía la ilusión de descubrir caminos y explorar el mundo, y a menudo soñaba con escaladas y descensos de las más altas montañas.
El sol, las nubes, el viento y la lluvia eran sus amigos, y los pájaros sus aliados y compañeros de viaje. Se entretenía haciendo listas mentales de las cosas necesarias para cuando emprendiera su gran viaje, y cada mañana al despertar, escribía en su diario los viajes que hacía en sueños, para recordarlos y poder hacerlos realidad en el futuro.
Un futuro que parecía no llegar, que se hacía de rogar.
Porque ella era aventurera y tenía una gran imaginación.
Y llevaba 4 años en una silla de ruedas.